Por ley N.° 2.463, se organiza el Servicio Religioso del Ejército y de la Armada, y se crea el cargo de Vicarios y Capellanes Castrenses, disponiéndose que:
“El Servicio Religioso, dependiente del Ministerio de Guerra, estará a cargo de un sacerdote nombrado de acuerdo a la Santa Sede y el Presidente de la República, quien llevará el título y desempeñará las funciones de Vicario General Castrense, con rango y prerrogativas correspondientes al grado de general de brigada, si tuviere la dignidad Episcopal, o al de coronel si no la tuviere. Además, estará a cargo de los nombramientos de capellanes, su traslado, ascenso o remoción, previa aprobación por decreto supremo”.
El 26 de diciembre del mismo año se establece el reglamento de dicho servicio, que entre otros artículos dispone que le corresponde a esa oficina elaborar los proyectos de reglamentos referentes a la organización y funcionamiento del servicio, junto a las diversas obligaciones y atribuciones del personal de capellanes; proponer al Ministro las reformas de organización que la práctica señale necesarias; atender al despacho diario de los asuntos de dicho servicio; preparar los decretos, órdenes ministeriales, instrucciones, providencias y demás documentos de Vicaría que requieran la firma del Ministerio; calificar al personal de capellanes; y confeccionar la parte de la memoria anual del servicio.
Para 1820, luego de casi una década de luchas por la independencia, el poderío militar español en Chile estaba concentrado en Valdivia y Chiloé. Allí se habían reunido las tropas realistas y era el único punto por donde se podría iniciar una nueva reconquista. Por esta razón, se ordena tomar por asalto los fuertes que resguardaban la bahía de Corral y Valdivia.
El ataque se inició en la tarde 03 de febrero con la acción de la fuerza naval al mando del vicealmirante Lord Thomas Cochrane, permitiendo, al caer la noche, el desembarco de los patriotas. El sargento mayor de Ejército Jorge Beauchef fue el oficial encargado de comandar el ataque terrestre, para lo cual contaba con una fuerza expedicionaria compuesta por 250 soldados de los batallones N° 1 y N° 3 y 44 soldados de dotación de los buques que cumplieron con éxito notable la misión encomendada.
Para la mañana del 04 de febrero, el antemural del Pacífico estaba definitivamente en manos de los patriotas. En estas circunstancias, la toma de la ciudad de Valdivia se dio sin contratiempos, puesto que los residentes se manifestaron a favor de la causa independentista y los realistas se retiraron al sur.
El asalto y toma de Valdivia correspondió a una correcta e inteligente combinación de operación terrestre y naval, que permitió vencer a un enemigo que tenía a su favor la superioridad numérica y el control de una fortaleza que se considerada inexpugnable. Con esta victoria, se eliminó el principal centro de operaciones realista del Pacífico sur.
Enfrentamiento en el marco del Cruce de Los Andes, durante el proceso de Independencia.
Cruzando la cordillera una columna del Ejército de los Andes, por el paso de Uspallata, el coronel Juan Gregorio de Las Heras dispone que, al aclarar, el comandante Enrique Martínez se adelante con 200 hombres hacia la guardia realista. Éste cae por sorpresa sobre los 60 soldados enemigos y después de una hora de combate terminan por vencerlos, rindiéndose el oficial realista a cargo.
A la misma hora y por el paso de Los Patos, el sargento mayor Santiago Arcos al mando de otra columna de la división Soler, dispersaba la guarnición realista de Las Achupallas.
Enfrentamiento durante la Campaña del Norte de la Guerra Civil de 1891.
Al iniciarse las operaciones de la guerra, el mando de las fuerzas congresistas había resuelto apoderarse de Tarapacá, y para realizarlo era indispensable la posesión firme del puerto de Pisagua. Para tal efecto, concentró en ese punto la totalidad de sus fuerzas, bajo el mando del coronel Estanislao del Canto, quien había logrado huir el 23 de enero tras el combate de Alto Hospicio. Al amanecer del día 6 de febrero, la escuadra entraba a Pisagua y a las 06:00 am abrió fuego contra las posiciones gobiernistas. Del Canto dispuso que una columna de 290 hombres desembarcara por la caleta Playa Blanca, al norte de Pisagua, y otro destacamento por Punta Pichalo, al sur, con orden de converger sobre Alto Hospicio. Después de arrollar a las fuerzas destacadas en esa altura, las dos columnas de Del Canto ocuparon el pueblo.
Combate en el contexto del Cruce de Los Andes.
Mientras la división de Miguel Estanislao Soler cruzaba la cordillera por el paso de Los Patos, el teniente coronel patriota Manuel Necochea acampaba con cerca de 110 granaderos al pie del cerro de Las Coimas, cerca de San Felipe. El coronel Miguel María Atero, jefe realista que se encontraba en San Felipe, se entera de las posiciones de Necochea y decide atacarlo con cerca de 600 hombres e infantería montada, en clara superioridad numérica. Las avanzadas realistas dispersaron fácilmente la guardia patriota de Las Coimas, con la infantería en columnas y la orden de perseguir a los patriotas solo con la caballería. Pero Necochea había dividido a sus granaderos en tres columnas y escondido una de ellas detrás de los arbustos, y mientras avanzaba la caballería enemiga que perseguía a unos pocos soldados hacia Putaendo, hizo caer sobre sobre el desguarecido flanco derecho realista 80 granaderos. El combate fue breve y reveló desde el primer momento la superioridad de la caballería patriota.
Al decir del historiador Francisco Encina, “los sables realistas, fabricados en la maestranza de Santiago, se quebraban al chocar con los de los granaderos y la mayoría de las tercerolas se descompusieron a los primeros disparos”.
Los realistas derrotados se retiran hacia San Felipe.
Contienda de la Independencia de Chile entre las fuerzas del Ejército de Los Andes y las tropas realistas. Fue la culminación de los esfuerzos de los patriotas liderados por el general José de San Martín, y el día en que el general Bernardo O’Higgins demostró su liderazgo y valentía en el campo de batalla. La heroica jornada de Chacabuco marcó el renacer de la causa independentista en Iberoamérica.
Las fuerzas patriotas principales al mando de San Martín venían organizadas en dos divisiones: la de vanguardia al mando del brigadier Estanislao Soler que avanzaría por la cuesta nueva y la del centro al mando de O’Higgins que lo haría por la vieja. Para el 11 de febrero, los realistas se encontraban al sur de las alturas de Chacabuco, y los patriotas inmediatamente al norte de ellas. El baqueano Justo Estay entregó a San Martín los detalles de su defectuoso despliegue. Los realistas ocupaban las alturas con unos 200 hombres, mientras que el grueso de las fuerzas permanecía cerca de las casas en el bajo. O’Higgins, que conforme la orden de ataque había iniciado su desplazamiento a las dos de la mañana avanzaba por la cuesta vieja acercándose a los cerros más altos donde su vanguardia, tomó contacto con los realistas. Al ver la envergadura de las fuerzas que avanzaban, el capitán Mijares que estaba al mando y que había pedido refuerzos al brigadier Rafael Maroto decidió la retirada hacia el bajo ante la sorpresa de su comandante que le había ordenado resistir.
O’Higgins, autorizado por San Martín, ordenó la persecución de los realistas cuesta abajo. Así sus fuerzas se encontraron de improviso con el grueso de los realistas a la salida de una gran quebrada. O’Higgins colocó a sus dos batallones en línea de frente al enemigo y a la caballería le ordenó un movimiento envolvente al flanco izquierdo del enemigo. Su primer ataque fue detenido y tuvo que retirarse.
Eran cerca de las 12 del día y las fuerzas de Soler no daban señales de proximidad. En esta situación, O’Higgins ordenó un segundo ataque, disponiendo que la caballería atacara el flanco derecho realista. Al frente de sus hombres y con el grito “O vivir con honor o morir con gloria, el que sea valiente que me siga” hizo que el enemigo se retirara. Soler había retrasado notoriamente su avance y solo apareció en el campo de batalla pasada las 13:00 hrs. cuando el enemigo ya se retiraba. Las acciones terminaron a las 14:00 hrs., disponiendo San Martín lo necesario para continuar hacia Santiago, pero no en forma inmediata, deteniéndose la persecución en Colina. Esta falta de previsión permitió la huida a Valparaíso de los restos del ejército realista el que se embarcó con rumbo a Talcahuano.
La victoria en Chacabuco significó la culminación de los esfuerzos y trabajos de organización del Cruce de Los Andes. Con este hecho concluye el periodo de la “Reconquista” y se inicia y el de la “Patria Nueva”. Los patriotas arriban a Santiago y en los días siguientes O’Higgins asume como Director Supremo.
Acto de singular relevancia durante la Campaña al Sur del proceso de Independencia.
Estando Bernardo O’Higgins en su campamento en los Morillos de Perales (Talcahuano) firma la primera acta de declaración de la Independencia de Chile, la que fue fechada en Concepción el 1° de enero de 1818. Con este acto Chile declaró ser un estado soberano e independiente y deja por ende la condición de reino de España.
Sin embargo, era necesario difundir la declaración al resto del país. Los actos solemnes de proclamación principales se realizaron en Santiago y Talca, a un año del triunfo obtenido en la batalla de Chacabuco. En Santiago, el acto fue presidido por el Director Supremo delegado Luis de la Cruz junto al general José de San Martín, quienes participan en la ceremonia de proclamación y jura junto a las unidades militares de la guarnición de Santiago, el obispo, las corporaciones y la ciudadanía. Simultáneamente, en Talca la proclamación y jura es presidida por el Director Supremo Bernardo O’Higgins.
El acto simbólico será, finalmente, ratificado con la memorable Batalla de Maipú.
Ante el incumplimiento del tratado de 1874 por parte de Bolivia y el inminente remate de las salitreras chilenas en territorio boliviano, las autoridades chilenas toman la decisión de ocupar militarmente la ciudad de Antofagasta. Se dispone que en el blindado “Cochrane” y la fragata “O’Higgins” se embarcaran dos compañías al mando del coronel Emilio Sotomayor Baeza para tomar posesión del puerto de Antofagasta, del litoral y puntos del interior de mayor importancia militar antes de que se llevara efecto el remate de las salitreras, fijado para el 14 de febrero. La escuadrilla entra en la bahía y a las 8:00 hrs. Sotomayor envía un emisario a tierra para comunicar al prefecto Severino Zapata la toma de posesión de la ciudad. Este responde con una nota formulando una protesta formal y se asila en la casa del Cónsul del Perú, ante la imposibilidad de presentar resistencia con la fuerza bajo su mando. Desde los buques chilenos desembarcan una compañía de artillería de marina al mando del capitán José Ramón Vidaurre y una de artillería de montaña comandada por el capitán Exequiel Fuentes, las que tomaron posesión de la ciudad sin inconvenientes. En la rada, lanchas de las unidades navales chilenas efectuaban patrullajes en prevención de cualquier sorpresa. Por otra parte, Sotomayor toma una serie de medidas de importancia militar, como unir la ciudad de Antofagasta con el poblado minero de Caldera, la construcción de barracas y bodegas para el alojamiento de tropas y almacenaje de pertrechos, la ocupación de Mejillones y el inicio de los trabajos para unir Antofagasta con Valparaíso por medio de un cable submarino, el que quedará conectado el día 21 de mayo. Nicanor Zenteno asume el cargo de gobernador de Antofagasta y organiza los servicios administrativos. Se crean cuatro batallones cívicos con chilenos residentes en la zona, que cubrieron Caracoles, Carmen Alto y la propia Antofagasta, que fue fortificada. |
Enfrentamiento en el marco de la Campaña del Norte durante la Guerra Civil de 1891. El coronel Estanislao del Canto de las fuerzas congresistas, derrota al coronel Eulogio Robles Pinochet, de las fuerzas balmacedistas.
Del Canto ocupaba Pisagua desde comienzos de febrero y al imponerse el avance de Robles, resuelve atacarlo antes de que recibiera refuerzos. El 15 salieron desde Pisagua las fuerzas congresistas que, a pesar de su deficiencia en materia de equipamiento, tenían ya pretensiones de ser un pequeño ejército. Iban divididos en tres batallones de infantería: el “Constitución” N.°1, al mando del comandante Manuel Aguirre; el “Pisagua” N.°3, al mando del comandante José A. Echeverría; y el escuadrón de caballería “Libertad” N.°1. La columna llevaba cuatro cañones y seis ametralladoras.
Aunque las fuerzas enemigas triplicaban las suyas, Robles, fiando en la calidad de sus soldados y el superior armamento, tomó posiciones en el histórico cerro San Francisco o Dolores.
El combate comenzó a las 15:00 y tres horas más tarde concluía con la derrota completa de los gobiernistas, que se retiraron a Pozo Almonte.
Enfrentamiento en el marco de la campaña del Norte durante la Guerra Civil de 1891. El coronel Eulogio Robles Pinochet rechaza y derrota el ataque de las fuerzas congresistas del coronel Estanislao del Canto en las estaciones de ferrocarriles de Huara.
Derrotados los gobiernistas en San Francisco el día 15 de febrero, Robles, deseoso de revertir la situación de las fuerzas gobiernistas, pide a Iquique que se le enviaran tropas de la ciudad, uniéndose el coronel José María Soto con 600 hombres. Avanzan hasta Huara, tomando posiciones defensivas. El coronel Del Canto, en vez de retroceder hacia Pisagua para afrontar la batalla en posiciones defensivas si Robles lo seguía y apoyar desde allí el hábil movimiento estratégico de la ocupación de Iquique desguarnecido, resuelve embestir las posiciones gobiernistas.
Los gobiernistas contaban con posiciones ventajosas y superior calidad de tropas, además de tener más munición. El combate se inició el día 17 a las 15:30 hrs.; Robles lo concentró en el flanco izquierdo enemigo con orden de precipitar la embestida antes de que se agotara la munición. Pero las fuerzas que amagaron el frente sufrieron un quiebre imprevisto. Una compañía del Batallón “Quillota”, que se pasó a los opositores en la Batalla de San Francisco, volvió sus armas contra ellos. Libre de presión por el frente, Robles dirigió las fuerzas que ya no necesitaba contra la derecha enemiga.
A las 18:00 hrs. los congresistas estaban derrotados en toda línea. Vencidos, se precipitaron a los trenes cercanos para huir. La caballería, que intentó proteger la retirada, fue arrollada por los jinetes enemigos. Aun así, pudieron partir los convoyes hacia Pisagua con el resto del ejército congresista.
La Orden Comando del 8 de diciembre de 1947 disponía la toma de posesión, creación de una base e instalación de una guarnición militar en la Antártica, con el objetivo de asegurar la soberanía chilena en esos parajes y posibilitar una función científica mediante investigaciones, exploraciones y reconocimientos.
Luego de cruzar el mar de Drake, la flotilla antártica chilena arribó a Puerto Soberanía el 6 de enero de 1948 y de inmediato inició la exploración para un lugar apropiado para instalar la Base, tarea no exenta de dificultades, ya que se encontraban en mares desconocidos y las cartas de navegación eran incompletas. Elegido el lugar, descrito como una “pequeña península de cerca de dos hectáreas, de lomajes suaves y unida al continente por una angosta faja rocosa”, comenzaron las tareas de construcción de la base.
El 18 de febrero se inauguró la Base Antártica General O’Higgins, luego de postergarse varios días la ceremonia debido a los fuertes temporales. Con una temperatura de 1 a 2 °C, ligera ventisca y nublados bajos, en el Patio de Honor el presidente de la República Gabriel González Videla revistaba las tropas y se procedía al izamiento del pabellón nacional. El Comandante en Jefe del Ejército suplente, General Ramón Cañas Montalva, hizo uso de la palabra tras descubrir el busto de O’Higgins, expresando:
“Soldados de mi Patria; presentad vuestras mejores armas. Compatriotas: disponed de vuestras más sublimes vibraciones y conjuntamente, al descubrir este bronce inmaculado, elevamos una plegaria de fe y de juramento al servicio de este Chile cuya aurora palpamos en pleno surgimiento, orientada a convertirse en potencia del sur del Pacífico, como lo quiso y señaló nuestro libertador, Capitán General Bernardo O’Higgins, para grandeza y sostén de las democracias en el suelo de las Américas”.
Enfrentamiento enmarcado en la Campaña del Norte de la Guerra Civil de 1891.
Se trató de un combate entre las fuerzas balmacedistas, mandadas por el coronel José María Soto, y las fuerzas congresistas al mando del capitán de navío Vicente Merino Jarpa, librado en las calles y Aduana de Iquique.
El 16 de febrero, Iquique había sido ocupado por las fuerzas congresista sin mediar resistencia debido a que la ciudad se encontraba desguarnecida. El coronel Eulogio Robles, al tener noticia de esta situación despacho una columna con 200 infantes, un cañón y 25 jinetes del Granaderos al mando del coronel José María Soto con la misión de recuperar la plaza. En el transcurso del combate el día 19 de febrero, las fuerzas congresistas recibieron el apoyo del “Huáscar”, el “Esmeralda” y el “Blanco Encalada”, cuyo fuego produjo un incendio en la ciudad.
A bordo del acorazado inglés “Warspite” se llega a un arreglo entre los comandantes de las fuerzas, quedando Iquique en manos de los congresistas, permitiéndose que las fuerzas al mando del coronel Soto, que habían experimentado bajas significativas, pudieran retirarse de Iquique.
Enfrentamiento que marca el inicio de la “Guerra a Muerte”, -término acuñado por el historiador Benjamín Vicuña Mackenna-, la continuación de la lucha por la independencia de Chile que se extendió entre 1818 y 1825 en la región centro sur del país, escenario de una cruenta sucesión de combates entre los guerrilleros y los patriotas.
En Santa Juana, el montonero realista Vicente Benavides derrota al teniente José Antonio Riveros. El día anterior, Riveros y el comandante de milicias Gaspar Astete habían recuperado la plaza de Santa Juana, al sur del Biobío, pero al caer sobre ellos Benavides al mando de 100 fusileros, Riveros es tomado prisionero junto a otros soldados. Algunos alcanzaron a embarcarse en lanchas, pero batidos por la fusilería, muy pocos llegaron a la ribera norte para huir.