Enfrentamiento que inicia la Campaña de Tarapacá de la Guerra del Pacífico.
Tras meses de organización y preparación, tropas chilenas desembarcan y capturan el puerto de Pisagua. El ataque comenzó en la mañana del 02 de noviembre con el bombardeo a los dos fuertes que resguardaban el puerto. Eliminadas esas defensas, se dio inicio al desembarco, ardua operación anfibia que debió hacerse en medio de un constante fuego enemigo. El combate fue duro, especialmente para las primeras fuerzas encargadas de conquistar la cabeza de playa, correspondientes a tropas de la Brigada Zapadores y del Batallón Atacama. Aún con las dificultades que presentó esta acción militar, las fuerzas chilenas consiguieron la victoria con un número mínimo de bajas, en contraste a las numerosas pérdidas enemigas.
La consecuencia de esta victoria es que el Ejército de Chile quedó asentado en territorio enemigo, en un punto que podía ser apoyado logísticamente desde Antofagasta y Valparaíso. Desde este lugar, se podía conducir la penetración en la provincia de Tarapacá, al mismo tiempo que permitía la separación del Ejército aliado entre Arica e Iquique.
Debido al éxito del desembarco y de la importante acción de los Zapadores se instituyó esta fecha como el Día del Arma de Ingenieros.
Enfrentamiento de caballería en el marco de la Campaña de Tarapacá de la Guerra del Pacífico.
Capturado el puerto de Pisagua se ordenó un reconocimiento al interior del Departamento de Tarapacá. Así, el 05 de noviembre un escuadrón del Regimiento Cazadores a Caballo, utilizando como eje de avance la línea del ferrocarril, se internó en la región. Al día siguiente, se dirigieron a la oficina “Agua Santa” en donde divisaron tropas aliadas. La avanzada del escuadrón decidió enfrentarlos, pero, ante el intenso fuego enemigo, debió replegarse para reorganizar el ataque. La nueva carga realizada por los cazadores fue tan efectiva que finalmente desorganizó al adversario y lo obligó a retirarse. La huida aliada fue perseguida por los jinetes chilenos, quienes libraron verdaderos combates individuales dispersos en la amplitud de Pampa existente entre las oficinas de “Agua Santa” y “Germania”.
El éxito chileno en este combate de caballería significó que se obtuviera la posesión de 70 kilómetros de ferrocarril.
La soberanía que Chile ejerce en el Territorio Antártico data del año 1940 cuando el presidente Pedro Aguirre Cerda a través del Decreto 1747 del 6 de noviembre estableció los límites en el “continente blanco”. El decreto señalaba que:
“Forman la Antártica chilena o territorio antártico, todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares, pack-ice y demás, conocidos y por conocerse, y el mar territorial respectivo, existente dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53º longitud oeste de Greenwich y 90º de longitud oeste de Greenwich”.
El Decreto N° 1.747 es el pilar fundamental de la política antártica de Chile y al establecer los límites en ese territorio culminaba una larga data de legítimas reclamaciones de soberanía.
Por otra parte, la posterior creación de bases y las visitas de los presidentes de la República fueron importantes acciones para ejercer de manera efectiva la soberanía.
Entre el 15 y 16 de noviembre de 1811 se llevó a cabo el segundo movimiento militar que instaló al brigadier José Miguel Carrera como presidente de la nueva Junta Provisional de Gobierno.
El origen del movimiento se remonta a las discrepancias al interior del bando patriota respecto al rumbo que debía seguir el proceso que, para esa época, todavía no tenía un objetivo claramente emancipador. El grupo de los “exaltados”, que defendían ideas más radicales, encontró en José Miguel Carrera a su principal líder. En septiembre de 1811, Carrera ya había dirigido un primer movimiento militar con el objetivo de acelerar el proceso que se estaba desarrollando. Sin embargo, este hecho no tuvo el efecto esperado y las discrepancias entre ambos grupos continuaron.
En ese contexto, en la madrugada del 15 de noviembre de 1811, José Miguel junto a sus hermanos iniciaron el movimiento militar. Rápidamente, la artillería se plegó en su totalidad al movimiento. Posteriormente, las tropas de las principales unidades que se encontraban en la capital recibieron la orden de no moverse de sus cuarteles, al mismo tiempo que se habían colocado cañones de artillería y fracciones de soldados en los puntos neurálgicos de la ciudad. En medio de estos hechos fue convocada una asamblea popular en la que participaron los principales vecinos de Santiago y que el 16 de noviembre dio como resultado la elección de la nueva junta dirigida por José Miguel Carrera.
A pesar de que José Miguel Carrera se mantuvo en el poder solo hasta 1813, durante su gobierno se pudieron concretar varios de los ideales independentista en Chile, de lo cual dan prueba obras como la dictación del Reglamento Constitucional de 1812, la elaboración de los primeros símbolos patrios y la fundación de importantes instituciones (como la Biblioteca Nacional y el Instituto Nacional).
Mediante Decreto-ley N.° 106 del 19 de noviembre de 1924 se organiza la Inspección General del Ejército como Comando Superior del Ejército. Según las disposiciones del citado decreto, todos los institutos, reparticiones y comandos que hasta ese momento se entendían directamente con el Ministerio de Guerra pasaban a depender de la Inspección General del Ejército.
El Inspector General del Ejército, cuyo puesto lo ocuparía el Oficial General designado por el Presidente de la República, trabajaría directamente con el Ministerio de Guerra, teniendo como atribución fijar las líneas generales de los trabajos y planes que corresponde elaborar al Estado Mayor General. Además, sería la autoridad que asumiría el mando del Ejército en campaña.
La dictación de la medida se justificaba en la conveniencia de centralizar el mando y la administración del Ejército bajo la autoridad de un General de la República, considerando como una ventaja innegable el tener junto al Ministerio de Guerra un consultor que domine las doctrinas y la técnica en todo lo concerniente a la preparación eficaz de la defensa nacional.
La influencia alemana recogida por la Institución a fines del siglo XIX hizo presente las ventajas de contar con establecimientos de enseñanza de la doctrina de cada una de las armas. En este contexto se hizo imperiosa la necesidad de contar con una escuela que permitiera aunar criterios en la instrucción de equitación de las unidades y desarrollar en los oficiales y clases de las armas montadas los conocimientos táctico-técnicos de su especialidad.
Por otra parte, se consideró necesaria la formación de personal competente en las áreas de veterinaria y herraje y la entrega de conocimientos ecuestres a los oficiales de Artillería para el servicio del Ejercito. El decreto que dispuso su creación corresponde al N.° 1.652 de fecha 18 de noviembre de 1903, que establece la organización de la “Escuela de Aplicación de Caballería”, dependiente del Departamento de Instrucción.
El nuevo Instituto comenzó a funcionar a partir de enero del año 1904 en la avenida José Miguel Infante, casi esquina de Avenida Irarrázaval (comuna de Ñuñoa), siendo su primer Director el sargento mayor Agustín Echavarría Moreno.
De esta manera, el Instituto inició sus actividades contando en sus instalaciones con la infraestructura mínima necesaria para desarrollarlas, tanto para el alojamiento del personal como para la instrucción y naves para el ganado, correspondiente a las distintas unidades que en ese entonces conformaban la Escuela.
En el contexto del avance chileno por la región de Tarapacá (Campaña de Tarapacá), se produce el 19 de noviembre de 1879 la Batalla de San Francisco (Dolores).
En la noche del 18 de noviembre, las fuerzas chilenas que se encontraban en la Estación “Dolores” al mando del coronel Emilio Sotomayor, reciben noticias de que el General peruano Juan Buendía se aprestaba a atacar desde Santa Catalina. El mando chileno decide tomar posiciones defensivas en los cerros cercanos a la estación, y las fuerzas se distribuyen de tal manera que permite dar un especial énfasis al empleo de la Artillería.
En la tarde del 19 de noviembre, una vez que estalló la batalla la situación se mostró sombría para las fuerzas chilenas. Ejemplo de esto fue el ataque a la posición de artillería del mayor José de la Cruz Salvo, cuyos hombres debieron batirse cuerpo a cuerpo para defender sus cañones. El refuerzo de los soldados del Batallón Movilizado Atacama y del Coquimbo permitió defender esta posición y que la artillería continuara con su fuego certero, mientras que, en el resto del campo, la batalla se había generalizado.
El general Buendía insistía en envolver la posición chilena, pero los aliados fueron rechazados en todos los sectores. Finalmente, el ataque enemigo, producto de los fuegos de artillería, perdió el ímpetu y al notar la retirada de su caballería, se precipitó la del resto de las fuerzas.
La victoria chilena permitió afianzar la ocupación militar del Departamento de Tarapacá y se tomó la decisión de avanzar hacia el sur para exigir la rendición de Iquique.
La ocupación de la ciudad de Iquique fue la consecuencia directa de la victoria obtenida en la batalla de San Francisco.
Las marinerías de las embarcaciones chilenas “Cochrane” y “Blanco” que bloqueaban el puerto de Iquique, a requerimiento de los representantes consulares, ocuparon la ciudad que había sido abandonada por las autoridades y funcionarios peruanos. En la tarde de ese día el coronel Emilio Sotomayor se trasladó a Iquique junto a un batallón del Regimiento Esmeralda -en cuyas filas se encontraba el entonces subteniente Ignacio Carrera Pinto-, tomando posesión de la plaza sin ninguna resistencia. Más tarde, se nombra como Comandante General de Armas de la ciudad al capitán de navío Patricio Lynch.
Los prisioneros de la “Esmeralda” que se encontraban en la zona fueron embarcados y festejados en el “Cochrane”.
Enfrentamiento durante la “Guerra a Muerte”.
En septiembre de 1820, el caudillo Vicente Benavides inició su plan de campaña, cuya idea era obligar a Ramón Freire a desguarnecer Concepción y así atacar la ciudad con otra fuerza que se encontraba en espera. Luego de una seguidilla de combates, Freire abandonó Concepción con la intención de auxiliar a las tropas patriotas, pero reconsideró su decisión y se refugió en Talcahuano. Tomado Concepción por las montoneras realistas, Benavides establece un sitio en Talcahuano.
La situación de las tropas patriotas sitiadas era apremiante, pus o contaban con víveres ni vestuario. Sin embargo, después de recibir apoyo en pólvora desde Valparaíso, Freire decidió en una Junta de Guerra romper el cerco, derrotar al enemigo y abastecerse de recursos, tanto al personal militar de la guarnición como a los habitantes refugiados en la plaza de Talcahuano.
Así, el 25 de noviembre, en la acción de Las Vegas de Talcahuano, las tropas patriotas obtuvieron una aplastante victoria sobre las fuerzas de Benavides, que sufrieron la persecución y matanza.
La batalla de Tarapacá fue el enfrentamiento decisivo de la campaña homónima.
En esta batalla, una División chilena al mando del coronel Luis Arteaga arremete contra las fuerzas peruanas, superiores en número, del general Juan Buendía. El combate duró casi 10 horas y se caracterizó por un complejo desarrollo táctico: hubo enfrentamientos tanto en el fondo de la quebrada como en el alto de Tarapacá. Además, tuvo dos fases separadas por la llamada “tregua de la sed”. Al caer la tarde, y luego de un duro combate, ambas fuerzas se retiran del campo de batalla.
El valor y heroísmo de los combatientes de ambos bandos es digno de recordar. Del lado chileno destaca el Sargento Mayor Jorge Wood, quien organizó la resistencia en los cerros. Sobresale el heroísmo del teniente coronel Eleuterio Ramírez Molina, comandante del Regimiento 2° de Línea, quien muere en combate a la cabeza de su unidad.
Pese a las cuantiosas bajas chilenas, nuestro país quedó en posesión definitiva del departamento de Tarapacá, el que poseía los más importantes depósitos de salitre.