Dentro del personal que integra el Ejército, es la tradición familiar una de las razones que se repite para ingresar a la Institución, poder aportar al país además de continuar el legado que dejó el abuelo, madre o padre, sin embargo, existe otro grupo de personas que desde el mundo civil anhelan acercarse a la vida militar, es el caso del hoy Cabo Primero Leonardo Riffo, quien menciona que desde muy temprana edad le llamaba la atención el Ejército. “Me acuerdo que cuando era niño jugaba a ser militar con pistolas de agua (...) luego ya en mi adolescencia postulé al Servicio Militar y gracias a Dios quedé”, esas palabras fueron el inicio de la carrera militar del joven Riffo quien hoy está cumpliendo su deber en la 2da Brigada Acorazada “Cazadores” en el Batallón de Infantería N°5 “Carampangue” siendo uno de los operadores e instructores de Misiles Spike.

Oriundo de Nueva Imperial, Leonardo fue destinado en el año 2006 a más de 2.300 kilómetros de distancia, Puerto Natales sería su nuevo hogar por cerca de un año. “Esta experiencia la tomé como un desafío, pero familiarmente alejarse por harto tiempo es una tristeza”, de esta manera Riffo comenzó su camino sin esperar los desafíos que le deparaban en un futuro.

Sin ir más lejos, a tan solo mitad de año como Soldado Conscripto tomó la decisión de postular a la Escuela de Suboficiales. “Empecé a sentir más cariño por el Ejército y cuando me enteré que había quedado sentí alegría y emoción (…) Conté con el apoyo incondicional de mi familia”, con estas palabras el Cabo Primero señalaba que ya no era solo una experiencia, sino que un estilo de vida por el cual había decidido optar.

“Descubrí otro mundo dentro de la Escuela ya que, si bien existía una relación con lo que había vivido en el servicio, aquí había otras cosas, me enseñaban a ser personal de planta y también aprender a cómo manejar nuevas responsabilidades”. Así el joven de 24 años daba sus primeros pasos dentro de la Escuela, además en su relato agradece la oportunidad de contar con buenos instructores porque según menciona son la base de un buen aprendizaje y apoyo en la estadía como dragoneante (alumno).

Pero como es costumbre en la vida militar cada integrante debe elegir un arma, en el caso del Cabo Primero fue la Infantería, “los carros Marder me llamaban la atención y tuve la suerte de llegar a ser un operador Spike (…) Se requiere un gran aprendizaje teórico para poder utilizar este sistema de armas, en mi caso estuve dos meses aprendiendo como operar un misil Spike”.

Y es que tal como lo menciona Riffo, un sistema de armas antiblindaje tiene como característica principal poder lograr un impacto a gran distancia llegando a cerca de cuatro mil metros, claro que eso no es todo, ya que este misil es guiado a través de una fibra óptica lo cual permite poder dirigir de manera precisa a donde debe llegar la munición, sin embargo, esto no sería posible sin un trabajo en equipo. “En el ejercicio en terreno no es solo mi trabajo que cuenta en esta ejecución del misil Spike, también tengo que estar en correcta sincronía con mis compañeros como el auxiliar quien es el encargo de entregarme el misil y también asistirme en la rotación del módulo del tanque para tener un mejor posicionamiento de fuego, todo con el fin de poder realizar un tiro correcto”.

Debido a la experiencia que ha logrado el cabo Riffo, hoy este joven militar tiene la tarea de instruir futuros operadores de Misiles Spike, labor de la cual se siente orgulloso por ser parte de un arma tan esencial como esta, “el camino para poder ser operador Spike no es fácil ya que requiere de un gran conocimiento en el aula, esto se debe a la complejidad del arma, pero si uno es constante y perseverante en dar lo mejor de uno mismo se puede lograr (…) es lo que pretendo inculcar a quienes hoy tengo a cargo, exigirles al máximo en sus habilidades para así tener excelentes profesionales en esta área de antiblindaje”