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Cursos de Combate de la Escuela de Suboficiales: entrenamiento riguroso para los mejores

Publicada: 15/03/2025

En los centros de instrucción y entrenamiento Pichicuy y Pullally, en la V Región, la adrenalina y la exigencia marcan cada jornada. Los alumnos del Batallón de las Armas y el Batallón de los Servicios de la Escuela de Suboficiales “Sargento 2º Daniel Rebolledo Sepúlveda” enfrentan cursos de combate que no solo ponen a prueba sus habilidades, sino que también los obligan a superar sus propios límites. Cada módulo realizado representa un paso más en su camino hacia la excelencia, consolidando su preparación para convertirse en los futuros cabos y suboficiales del Ejército de Chile.

Para los soldados dragoneantes de primer año, el Curso de Combate I es mucho más que una instrucción: es la transición definitiva desde el mundo civil al castrense. Aunque algunos ya han servido como soldados conscriptos o de tropa profesional, este periodo demanda el dominio de las técnicas esenciales para ser un combatiente individual.

Por otra parte, los cabos dragoneantes, en el Curso de Combate III, asumen con determinación el rol de instructores auxiliares. De hecho, tienen la posibilidad de reforzar lo aprendido en los cursos anteriores y de guiar a quienes recién comienzan el camino militar. En cada instrucción transmiten su experiencia y fortalecen el espíritu de cuerpo.

El Comandante del Batallón de las Armas, Teniente Coronel Miguel Mackay U., resalta el impacto de la metodología experiencial aplicada en estas circunstancias. “La técnica fomenta un aprendizaje activo, en el que no solo adquieren conocimientos, sino que los ponen en práctica mediante el aprender haciendo, desarrollando destrezas fundamentales para su accionar”.

En terreno, de día y de noche, los alumnos enfrentan pruebas como combate urbano, orientación, cancha de obstáculos, supervivencia, nudos y ataduras, rapel, primeros auxilios, lanzamiento de granada, arme y desarme de armamentos, boga, salto de la confianza, telecomunicaciones y tiro, entre muchas otras. Cada jornada es una nueva oportunidad para perfeccionar su capacidad, y en el ejercicio final, deberán demostrar su progreso en un exigente proceso de evaluación.

La Comandante del Batallón de los Servicios, Mayor Fernanda Jara V., enfatiza la importancia del compañerismo y el trabajo en equipo en este escenario. "A través de este proceso, aprenden a superarse a sí mismos, lo que constituye el mayor valor: reconocer su capacidad para alcanzar sus metas", afirma.

Ni el calor, ni la vaguada costera detienen las dinámicas. Con disciplina y dedicación, los alumnos cumplen cada entrenamiento tomando todas las precauciones de seguridad. Cascos, gafas de sol, protección solar, guantes, coderas, rodilleras e hidratación constante son parte del equipamiento esencial que les permite seguir adelante.

Para el Cabo Dragoneante Víctor Parra A., quien realizó el servicio militar y luego fue soldado de tropa profesional, su objetivo es claro: "En mi papel de instructor auxiliar, tengo la oportunidad de impactar positivamente en la vida de otros, ayudándolos a transformar su futuro", señala con convicción.

Mientras que la Soldado Dragoneante Rayén Gálvez V. destaca que la intensidad de los entrenamientos ha fortalecido su resistencia física, además de su carácter y resiliencia. “De este modo cumpliré eficazmente las misiones que se me asignarán, ya sea durante un conflicto o en una operación donde se requiera apoyar a la comunidad", enfatiza.

Al término, la dragoneante Gálvez y sus compañeros de primer año protagonizarán la Ceremonia de Entrega de Yataganes, un hito que simboliza su integración plena al instituto formador de suboficiales. En tanto que los cabos dragoneantes asumirán un nuevo desafío al incorporarse a una escuadra de fusileros o una patrulla, consolidando su vocación como integrantes del Cuadro Permanente.

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