El 2006 postuló a los 23 años a hacer el Servicio Militar, después de estudiar un semestre Mecánica Automotriz y haber trabajado en distintas partes. Pero, “me faltaba algo (…) hacía muchas cosas, pero en el fondo sentía un vacío, como que no hacía nada”, indica.  Por eso –explica– envió una carta a la Dirección General de Movilización Nacional y, al salir seleccionado, lo enviaron a hacer su servicio en el entonces Regimiento Reforzado N° 24 “Huamachuco” en Putre.

Hasta este momento, sus padres no tenían conocimiento de nada. “A mis papás les conté cuando ya me habían seleccionado; primero reaccionaron con sorpresa y preocupación, pero después se dieron cuenta que era un paso importante, que estaba contento”.

Después del año en el Servicio Militar, postuló a la Escuela de Suboficiales y, posteriormente a la Escuela de los Servicios para ser un Enfermero Militar de Combate. El 2009 egresó y se fue directamente al Hospital Militar de Santiago. “No puedo negar que al principio, como enfermero militar, la meta era estar ‘en el combate’ (…) pero trabajando en este hospital ha sido sumamente gratificante, porque ha sido ser enfermero en la paz”.

Según el suboficial, le encanta su trabajo en el HMS, porque ayuda a salvar vidas. “Siento satisfacción de venir al HMS porque me gusta lo que hago. Todos los días son distintos. El equipo de trabajo es muy bueno. Ha sido un buen ambiente laboral que me ha ayudado a lograr metas laborales y personales”.

Está casado con una carabinero y tiene tres hijos, de 10, 6 y 3 años. Según lo que señala, se ha desarrollado trabajando en el HMS ya que ha cumplido sueños, metas y desafíos. Cuando llegó la Pandemia del Covid-19 relata que fue muy complicado. Al Hospital Militar le tocó asistir, como todos los establecimientos de salud, a los afectados por el virus, y el trabajo fue extenuante para todos. No obstante, el establecimiento de salud pudo hacerle frente a la crisis sanitaria y pese a todo, salir fortalecidos.

El enfermero militar también ha podido emplear sus conocimientos a través del Hospital Modular de Campaña, cuando se desplegó en la comuna de Recoleta, apoyando las extensas listas de espera y también durante el Plan de Invierno, colaborando con las personas en situación de calle que va a los albergues.

Finalmente, el Cabo 1° Alexander Richert enfatiza que le gusta trabajar en el Banco de Sangre del HMS, pero que lamentablemente las donaciones han caído mucho después de la pandemia. “Yo soy donante permanente. Donar es algo necesario (…) es un acto de generosidad que salva vidas. Es por esto que hacemos un llamado a todo el personal militar que esté en condiciones a donar sangre, que venga y nos ayude a salvar vidas”.

Por María Ignacia Guzmán, periodista del Hospital Militar de Santiago